La ingesta de gran cantidad de alcohol supone los síntomas propios de la embriaguez que pasa por diferentes estadios:
Los primeros síntomas son de conductas desadaptativas como la deshinibición de comportamientos sexuales o agresividad. Labilidad emocional (se pasa rápdamente de estados eufóricos y casi de risa nerviosa a estados depresivos), lenguaje farfullante, deterioro de la capacidad de juicio, descoordinación, camina de forma inestable, cambio del estado de ánimo, irritabilidad, locualidad, disminución de la capacidad de atención. A veces se asocia una amnesia relacionada con los estados de intoxicación.
En los peores casos, se puede producir pérdida de conciencia, coma, e incluso la muerte por depresión cardiorespiratoria.
En el núcleo familiar el alcoholismo puede provocar desestructuración, crisis, malos tratos, pérdida de reponsabilidad, lo que sumado al plano profesional en el que suele ser habitual el absentismo, la inestabilidad y el aumento de accidentes. A nivel social se asocia el alcoholismo a conductas delictivas, alteraciones del orden y suicidios.
Los accidentes de tráfico están en muy gran medida ligados al consumo de alcohol, y significan la primera causa de mortalidad entre los jóvenes.
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